Que iba jugando sola incluso en medio de un puñado de crías que se juntaban en las tardes, aislada del grupo para enterrar flores y tesoros imaginarios.
Me quemaron las ausencias, la falta de todo, la presencia distante, los adultos ciegos e incompetentes.
Dolor, una línea sin intermitencias de la que casi no me doy cuenta.
Me asusta mi incapacidad de conmoverme, de no percatar la diferencia entre la alegría y la amargura...
Por eso me aferro al instante, soy adicta a los cinco primeros minutos del encuentro, a la novedad, las emociones extremas, a detonar tormentas, a provocar el caos, a ver el mundo arder, aprisiono cuanto puedo, igual que la niña de la manta...
Me pongo constantemente a prueba, intentando sentir algo.
Me pongo constantemente a prueba, intentando sentir algo.
Sigo jugando sola incluso en medio del puñado de adultos que se encuentran en las noches, todavía me aislo del grupo y del par para enterrar recuerdos y nombres devastados...
Soy la ausencia que tarde o temprano quema, todo me falta, mi presencia es distante, me he convertido yo misma en un adulto ciego e incompetente.
Soy la ausencia que tarde o temprano quema, todo me falta, mi presencia es distante, me he convertido yo misma en un adulto ciego e incompetente.