5.14.2017

El hombre mas triste

Me siento lluvioso, exiliado, en ninguna parte.
Vacío, como si me hubieran ido quitando la felicidad a cucharadas.
Estoy fuera de mi contorno, saliéndome al futuro sin ver nada,
bajando hasta el pasado a no ver nada, estoy sin mí.
Para encontrarme debería primero saber dónde estoy,
en qué coordenada de mí mismo me he quedado.
Para encontrarme debería aceptar
que hay cosas que no pueden ser ya,
aceptar que la vida también es golpe además de caricia,
quemadura, cerrojo también
y no solo quietud, llave.
Aceptar también que nos equivocamos
y a veces nos toca pagarlo.
Hoy es ese día.
Estoy detenido en la nevada,
no arranca el motor de las ilusiones,
se me han apagado los sueños,
estoy sin pila,
la incertidumbre me está echando a un lado.
Traigo dentro todos los problemas de mi vida,
porque estoy aturdido y nunca he sabido dividir
las tristezas que me vienen
cuando el corazón se pone a llorar a pie de página.
Estoy sin mí y nada puede ser más triste,
ni siquiera este poema,
que como aprecias no trae alegría hasta tus manos.
Nunca va a hacerlo.
Me conformaré con que te hable
y te recuerde algo
o te deje claro que algún día te sentiste igual que yo.
Quizá así te acompañe,
no me veas tan deshecho.
Tengo dentro al hombre más triste,
a un niño encharcado,
al millón de adolescentes
que no saben que el dolor de esos años también se pasa.
Y sé que no va a durar por siempre,
pero esta noche en que noviembre
muerde el alfeizar de mi ventana
con su dentadura de otoño,
no puedo hacer más que teclear
una a una las letras de mi desgracia
y ser yo mismo noviembre,
la canción original de mi vacío.