6.20.2016

De duendecitos y coplas

I

La vejez es una máscara:

si te la quitas, descubres

el rostro infantil del alma.
La niñez te va siguiendo

durante toda la vida.

Pero ella va muy despacio

y tú andas siempre deprisa.



Cuando la vejez te llega,

no es que vuelvas a la infancia,

es que moderas el paso

y al fin la niñez te alcanza”



II

La mentira y la verdad

son como el cuerpo y la sombra:

no se pueden separar.



III

La mentira es como el cuento:

una verdad que no quiere

desengañarse de serlo.



IV

Yo soy de tu parecer,

si se deshacen las cosas

hay que volverlas a hacer.



Que aunque sea de cualquier modo

cuando no hay nada que hacer

es cuando hay que hacerlo todo.



V

Cuando se pone a soñar

la razón engendra monstruos

que la pueden devorar.



Los sueños de la razón

le roban su luz al alma

y su sombra al corazón.



VI

Frontera del desengaño:

se pasa sin pasaporte

todos los días del año.

Frontera de la ilusión:

se pasa con pasaporte

que tenga renovación.

Frontera del “esperando”:

no se pasa, y si se pasa,

se pasa de contrabando.

Frontera del “no esperar”:

el que la pasa no sabe

cómo la pudo pasar.



VII

El amor no es más que un nombre:

cuando lo dices, se va;

cuando lo callas, se esconde.



VIII

Tú tienes la voz oscura

y el alma en los ojos clara.

Tienes sombra en lo que dices

y luz en lo que te callas.



IX

Siente la mano de Dios

que, como nunca te deja,

aprieta, pero no ahoga,

afloja, pero no suelta.



X

No tengas miedo a los ecos

que despiertan las palabras:

porque las paredes oyen,

pero, aunque oyen, no hablan.



XI

La identidad del no-ser

y el no-pensar es abismo

oculto en el parecer

del “todo y nada es lo mismo”



XII

El asidero del alma

es oscuro clavo ardiendo

que en el corazón se clava.