I
La vejez es una máscara:
si te la quitas, descubres
el rostro infantil del alma.
La niñez te va siguiendo
durante toda la vida.
Pero ella va muy despacio
y tú andas siempre deprisa.
Cuando la vejez te llega,
no es que vuelvas a la infancia,
es que moderas el paso
y al fin la niñez te alcanza”
II
La mentira y la verdad
son como el cuerpo y la sombra:
no se pueden separar.
III
La mentira es como el cuento:
una verdad que no quiere
desengañarse de serlo.
IV
Yo soy de tu parecer,
si se deshacen las cosas
hay que volverlas a hacer.
Que aunque sea de cualquier modo
cuando no hay nada que hacer
es cuando hay que hacerlo todo.
V
Cuando se pone a soñar
la razón engendra monstruos
que la pueden devorar.
Los sueños de la razón
le roban su luz al alma
y su sombra al corazón.
VI
Frontera del desengaño:
se pasa sin pasaporte
todos los días del año.
Frontera de la ilusión:
se pasa con pasaporte
que tenga renovación.
Frontera del “esperando”:
no se pasa, y si se pasa,
se pasa de contrabando.
Frontera del “no esperar”:
el que la pasa no sabe
cómo la pudo pasar.
VII
El amor no es más que un nombre:
cuando lo dices, se va;
cuando lo callas, se esconde.
VIII
Tú tienes la voz oscura
y el alma en los ojos clara.
Tienes sombra en lo que dices
y luz en lo que te callas.
IX
Siente la mano de Dios
que, como nunca te deja,
aprieta, pero no ahoga,
afloja, pero no suelta.
X
No tengas miedo a los ecos
que despiertan las palabras:
porque las paredes oyen,
pero, aunque oyen, no hablan.
XI
La identidad del no-ser
y el no-pensar es abismo
oculto en el parecer
del “todo y nada es lo mismo”
XII
El asidero del alma
es oscuro clavo ardiendo
que en el corazón se clava.