6.08.2012

El hombre de afuera

Hubo siempre el adentro y
el afuera. Adentro, mi mujer,
mi hijo e hijas, ríos
de conversación, libros, suavidad
y cariño.

Pero entonces una noche afuera
de la ventana del cuarto alguien--
algo, respiraba, se arrastraba.
Desperté a mi mujer y aterrorizado
temble en sus brazos hasta la mañana.

¡Ese espacio fuera de la ventana
de mi cuarto! Las pocas flores que crecen
ahí pisoteadas, las colillas
de Camel aplastadas.
No estoy imaginando cosas.

La noche siguiente y la siguiente
ocurrió, y desperté a mi mujer
y otra vez ella me consoló y
otra vez frotó mi pierna entumida
por el miedo y me tomó en sus brazos.

Pero entonces yo comencé a demandar más
y más de mi mujer. Con pena ella
revisababa el piso del cuarto de arriba a abajo,
yo la dirigía como a una carretilla cargada,
el conductor y su carrito.

Finalmente, esta noche, toco a mi mujer despacio
y ella se incorpora ansiosa
y preparada. Las luces prendidas, desnudos, nos sentamos
frente a la cómoda y miramos frenéticos
el cristal. Tras de nosotros dos labios,
el reflejo de un cigarrillo encendido.